Reproduzimos a postagem "Lenin sobre el Reformismo (a propósito del reformismo en América Látina)", do blog Odio de Clase. Aos revisionistas brasileiros que ainda insistem em se chamar de comunistas ("com tática realista") e que constroem o "socialismo do século XXI". Que o proletariado e as classes progressistas nos últimos anos aprendam cada vez mais os limites das migalhas oferecidas pelas "políticas públicos" do Estado capitalista; a farsa reforçada pelos reformistas em mostrar que vivemos em uma democracia verdadeira.
Lenin calificó al Reformismo como “un engaño de que la burguesía hace víctimas a los obreros, quienes, mientras subsista el dominio del capital, seguirán siendo esclavos asalariados, pese a algunas mejoras aisladas”.
Es decir, el intento de confundir, de engañar a los obreros con que su situación mejorará en el marco del mismo sistema para que renuncien a la idea de transformarlo, es la esencia del reformismo, y ello tiene mucho que ver con la propaganda que éste lleva adelante.
Marxismo y reformismo
V. I. Lenin
A diferencia de los anarquistas, los marxistas admiten la lucha por las
reformas, es decir, por mejoras de la situación de los trabajadores que
no lesionan el poder, dejándolo como estaba, en manos de la clase dominante. Pero,
a la vez, los marxistas combaten con la mayor energía a los reformistas, los
cuales circunscriben directa o indirectamente los anhelos y la actividad de la
clase obrera a las reformas. El reformismo es una manera que la
burguesía tiene de engañar a los obreros, que seguirán siendo esclavos
asalariados, pese a algunas mejoras aisladas, mientras subsista el dominio del
capital.
Cuando la burguesía liberal concede reformas con una mano, siempre las retira
con la otra, las reduce a la nada o las utiliza para subyugar a los obreros,
para dividirlos en grupos, para eternizar la esclavitud asalariada de los trabajadores.
Por eso el reformismo, incluso cuando es totalmente sincero, se
transforma de hecho en un instrumento de la burguesía para corromper a los
obreros y reducirlos a la impotencia. La experiencia de todos los países
muestra que los obreros han salido burlados siempre que se han confiado a
los reformistas.
Por el contrario, si los obreros han asimilado la doctrina de Marx, es
decir, si han comprendido que es inevitable la esclavitud asalariada mientras
subsista el dominio del capital, no se dejarán engañar por ninguna reforma
burguesa. Comprendiendo que, al mantenerse el capitalismo, las
reformas no pueden ser ni sólidas ni importantes, los obreros pugnan por
obtener mejoras y las utilizan para proseguir la lucha, más tesonera, contra laescalvitud asalariada. Los
reformistas pretenden dividir y engañar con algunas dádivas a los obreros,
pretenden apartarlos de su lucha de clase. Los obreros, que han comprendido la
falsedad delreformismo, utilizan las reformas para desarrollar y ampliar su
lucha de clase.
Cuanto mayor es la influencia de los reformistas en los obreros, tanto menos
fuerza tiene éstos, tanto más dependen de la burguesía y tanto más fácil le es
a esta última anular con diversas artimañas el efecto de las reformas. Cuanto
más independiente y profundo es el movimiento obrero, cuanto más amplio es por
sus fines, másdesembarazado se ve de la estrechez del reformismo y
con más facilidad consiguen los obreros afianzar y utilizar ciertas mejoras.
Reformistas hay en todos los países, pues la burguesía trata por doquier de
corromper de uno u otro modo a los obreros y hacer de ellos esclavos
satisfechos que no piensen en destruir la escalvitud. En Rusia, los
reformistas son los liquidadores, que renuncian a nuestro pasado para
adormecer a los obreros con ilusiones en un partido nuevo, abierto y legal. No
hace mucho, obligados por Siévernaya Pravda, los liquidadores de
SanPetersburgo comenzaron a defenderse de la acusación de reformismo.
Es preciso detenerse a examinar con atención sus razonamientos para
dejar bien clara uba cuestión de extraordinaria importancia.
No somos reformistas -escribían los liquidadores petersburgueses-,
porque no hemos dicho que las reformas lo sean todo y que el objetivo final no
sea nada; hemos dicho: movimiento hacia el objetivo final; hemos dicho: a
través de la lucha por las reformas, hacia la realización plena de las tareas
planteadas.
Veamos si esta defensa corresponde a la verdad.
Hecho primero. Resumiendo las afirmaciones de todos los liquidadores,
el liquidador Sedov ha escrito que dos de "las tres
ballenas" presentadas por los marxistas no sirven hoy para la agitación.
Ha dejado la jornada de ocho horas, que, teóricamente, es factible como
reforma. Ha suprimido o relegado precisamente lo que no cabe en el marco de las
reformas. Por consiguiente, ha incurrido en el oportunismo más palmario, preconizando ni
más ni menos que la política expresada por la fórmula de que el objetivo final
no es nada. Eso es justamente reformismo, ya que el "objetivo
final" (aunque sólo sea con relación a la democracia) se aparta bien lejos
de la agitación.
Hecho segundo. La decantada conferencia de agosto (del año pasado) de los liquidadores también
pospone -reservándolas para un caso especial- lasreivindicaciones no
reformistas, en vez de sacarlas a primer plano y colocarlas en el centro mismo
de la agitación.
Hecho tercero. Al negar y rebajar "lo viejo", queriéndose desentender
de ello, los liquidadores se limitan al reformismo. En las
actuales circunstancias es evidente la conexión entre el reformismo y
la renuncia a "lo viejo".
Hecho cuarto. El movimiento económico de los obreros provoca la ira y las
alharacas de los liquidadores ("pierden los estribos",
"no hacen más que amagar", etc., etc.), toda vez que se vincula con
consignas que van más allá del reformismo.
¿Qué vemos en definitiva? De palabra, los liquidadores rechazan
elreformismo como tal, pero de hecho lo aplican en toda la línea. Por una
parte nos aseguran que para ellos las reformas no son todo, ni mucho menos;
mas, por otra, siempre que los marxistas van en la práctica más allá del reformismo,
se ganan las invectivas o el menosprecio de los liquidadores.
Por cierto, lo que ocurre en todos los terrenos del movimento obrero
nos muestra que los marxistas, lejos de quedarse a la zaga, van muy por delante
en lo que se refiere a la utilización práctica de las reformas y a la lucha por
las reformas. Tomemos las elecciones a la Duma por la curia obrera: los
discursos pronunciados por los diputados dentro y fuera de la Duma,
la organización de periódicos obreros, el aprovechamiento de la
reforma de los seguros, el sindicato metalúrgico, uno de los más importantes,
etc., y veremos por doquier un predominio de los obreros marxistas sobre los liquidadores en
la esfera de la labor directa, inmediata y "diaria" de agitación, organización y
lucha por las reformas y su aprovechamiento.
Los marxistas realizan una labor constante sin perder una sola
"posibilidad" de conseguir reformas y utilizarlas, sin censurar,
antes bien apoyando y desarrollando con solicitud cualquier actividad que vaya
más allá delreformismo tanto en la propaganda como en la agitación, en las
acciones económicas de masas, etc. Mientras tanto, los liquidadores,
que han abandonado el marxismo, no hacen con sus ataques a la existencia misma
de un marxismo monolítico, con su destrucción de la disciplina marxista y con
su prédica del reformismo y de la política obrera liberal
más que desorganizar el movimiento obrero.
Tampoco se debe olvidar que el reformismo se manifiesta en Rusia de
una forma peculiar, a saber: en la equiparación de las condiciones
fundamentales de la situación política de la Rusia actual y de la Europa
actual. Desde el punto de vista de un liberal, esta equiparación es
legítima, pues el liberal cree y confiesa que, "gracias a Dios, tenemos
Constitución". El liberal expresa los intereses de lo burguesía cuando
defiende la idea de que, después del 17 de octubre, toda acción de la
democracia que vaya más allá del reformismo es una locura, un crimen,
un pecado, etc.
Pero precisamente estas ideas burguesas son las que ponen en práctica nuestros liquidadores,
que "trasplantan" sin cesar y con regularidad (en el papel) a Rusia
tanto el "partido a la vista de todos" como la "lucha por la
legalidad", etc. Con otras palabras, los liquidadores preconizan,
a semejanza de los liberales, el trasplante de una Constitución europea a Rusia
sin reparar en el camino peculiar que condujo en Occidente a la proclamación y afianzamiento de
las constituciones durante varias generaciones y, a veces, incluso siglos. Los liquidadores y
los liberales quieren, como suele decirse, pescar truchas a bragas enjutas.
En Europa, el reformismo significa en la práctica renuncia al
marxismo y sustitución de esta doctrina por la "política social"
burguesa. En nuestro país, el reformismo de los liquidadores implica,
además de eso, desmoronamiento de la organización marxista, renuncia
a las tareas democráticas de la clase obrera y sustitución de éstas con una
política obrera liberal.
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